Aprovecho la oportunidad de que hoy martes, día de publicación, coincide con el cumpleaños de mi hijo mayor, que ya cumple 6 años. Sólo los que son padres pueden explicar esa sensación del paso del tiempo, ya que cuando tienes un hijo, tu atención pasa a él y te das cuenta que te haces mayor, cuando ves su crecimiento. Como suele ser normal, el día de su cumple te viene a la mente esos frase tan recurrente de «como pasa el tiempo», ya que vuelves a revivir el día de su nacimiento y miles de recuerdos de cuando era más pequeño. La cuestión es que piensas en él y sin querer nos dejamos de lado a nosotros mismos, algo que me ha hecho reflexionar.
Un maestro pequeño
Ya he defendido en otros posts de como nuestros hijos se convierten en los mejores maestros que podemos tener. En mi caso, he tenido maestros a lo largo de mi vida que me han enseñado diferentes lecciones, pero el hecho de tener a una persona siempre contigo y en el que cada momento te ofrece la posibilidad de seguir aprendiendo, es algo que te puede llegar a desbordar sino sabes como asimilar tanta información, pero si logras dominar esta situación, es una fuente inagotable de conocimiento. Me gusta ser muy consciente de lo que pasa a mi alrededor y cuando tienes hijos, tus ojos tienen una gran misión y es la observación de los pequeños, ya que has de estar pendiente de todo lo que hacen. El hecho de observar su comportamiento me ayuda a darme cuenta de mi forma de ser, ya que son reflejos de nosotros, así que hemos de prestar mucha atención, ya que nos ofrecen muchas lecciones que a veces pasan desapercibidas. Lo bueno es que estas se repiten, ya que pasamos mucho tiempo juntos, pero cuando antes las interiorices, más podrás profundizar en ellas. Además, a medida que se van haciendo mayores las lecciones y aprendizajes se vuelven mucho más profundos y el simple hecho de poder observar el progreso de un ser humano desde que nace, ya es toda una experiencia de la que hemos de sacar provecho.
Durante estos 6 años me he dado cuenta de la importancia de predicar con el ejemplo, ya que los niños imitan lo que hacen sus mayores, así que me he vuelto muy cauto a la hora de realizar cierto tipo de acciones y sobre todo el abandonar muchos comportamientos que no quiero que mis hijos aprendan y que luego puedan seguir desarrollando. Me he vuelto mucho más consciente de lo que hago, sobre todo en su presencia, y esto me ha hecho mejorar como ser humano y todo gracias a un pequeño maestro que admiro con locura. Felicidades Marc.
¿Qué has aprendido de tus hijos? ¿Eres consciente de todo lo que puedes aprender?