Es maravilloso lo que se puede aprender de los documentales. Y es que la naturaleza es una de las mayores metáforas para comprender nuestra vida y la mayoría de situaciones que vivimos. Cada insecto, planta, animal… tiene algo que enseñarnos, lo bueno es que para ellos se trata de su existencia, de lo que hacen de forma habitual, se adaptan al medio siempre que pueden para sobrevivir. Mientras que nosotros, en este mundo lleno de comodidades, muchas veces nos cuesta disfrutar de la vida.
El otro día vi un documental en el que se hablaba de como las sinergia entre un cactus y el bobo de patas azules, hacía que ambos pudieran sobrevivir en un pequeño islote. No recuerdo el nombre del documental, ya que me gustaría el poder volver a verlo para dar detalles más técnicos de todo lo que cuenta. Pero la historia que narra es fascinante y luego, como extra, el saber extraer todos esos aprendizajes que me hacen ver la realidad que vivo desde otra perspectiva.
La idea es que en el desierto de Arizona se producen grandes tormentas de arena, pero que estas a la vez se convierten en tormentas de semillas, ya que todas las plantas y árboles que allí existen, cuando pasa este elemento meteorológico, se lleva todas las semillas y frutos que tienen, que son capaces de recorrer hasta más de 1000km.
La cuestión es que la semilla de un cactus cae en un islote en el que no hay planta que haya sobrevivido, pero las causalidades de la vida hacen que se cumplan todos los requisitos para que el la semilla germine y el cactus pueda crecer. Gracia a que el cactus crece, empieza a crear sombras y sus semillas se esparcen por todo el territorio del islote, por lo que es la única especie que habita el islote, que en un principio nadie había podido habitar.
La cuestión es que para poder subsistir se alía con un animal que vive de la pesca, el bobo de patas azules, que en principio no acudía a este islote para nada, pero gracias a la sombre que dan estos cactus de gran envergadura, empieza a poner sus huevos allí, teniendo allí su lugar de cría, un lugar de seguridad extrema, ya que nadie más habita el islote.
Pero lo más curioso es que gracias a ellos los cactus empiezan a poder desarrollarse y vivir de forma más plácida, en principio el suelo no puede dar todos los nutrientes que necesitan, pero logran sobrevivir, pero cuando los bobo de patas azules hacen acto de presencia, se crea un contrato no firmado por el que ambos se ayudan para su subsistencia. Los cactus aportan sombra, mientras que los animales les aportan el resto de nutrientes y lo hacen en forma de sus excrementos, estos en principio son un poco corrosivos y tóxicos para el cactus, pero al final se adaptan a ellos con el paso del tiempo.
Así que podemos decir que el cactus se alimenta de la mierda de otros, en este caso de los bobos de patas azules que después de cazar acuden a este islote para descansar, dar de comer a sus crías y de paso cagarse en sus compañeros de lugar, los cactus, para devolverles el favor de la sombra.
¿Conocías esta sinergia en el mundo de la naturaleza? ¿Qué aprendizajes puedes sacar de lo explicado? ¿Conoces alguna sinergia curiosa?