En estas fechas tan señaladas, normalmente se suelen hablar de los mismos temas, en esta entrada voy a intentar dejar de lado todo lo referente al mundo de la Navidad y lo que ello abarca. Me voy a centrar en la etimología de la palabra, para reflexionar sobre ella y que cada uno sea capaz de intentar celebrar su propia Navidad.
El nacimiento
Por si no lo sabías, el origen de la palabra Navidad es el nacimiento, estamos acostumbrados a asociar este verbo con todo lo relacionado con el mundo animal, sin embargo, también podemos hablar del nacimiento de una planta, como es el caso de la imagen. Aunque lo que me interesa en este post, es destacar la importancia del nacimiento de las ideas y como estas, son el embrión o la semilla, de futuros proyectos. Cada idea que tengamos hemos de intentar hacerla crecer, para que acabe convirtiéndose en algo importante para nosotros y recordemos esa fecha como nuestra propia Navidad.
Crecimiento
Esta sería la segunda etapa tras el nacimiento. No somos conscientes de ello, pero el origen de ideas se produce constantemente, lo que pasa es que no nos centramos en esta segunda fase, que es la que da la importancia y valor a estos pensamientos. Es como cualquier animal o planta pequeña, sino la alimentamos o regamos, acabará muriendo, necesitamos dar un poco de apoyo y cariño para que las ideas se desenvuelvan y acaben transformándose en proyectos serios. A partir del desarrollo será cuando cobren importancia estas ideas y las valoremos para celebrar el momento de su inicio, mientras tanto no tendrán la consideración que merecen.
El paso del tiempo y la envergadura de nuestras reflexiones, además de las acciones que llevemos a cabo para la consecución de objetivos, serán los pilares fundamentales para celebrar nuestra propia Navidad, es decir, el nacimiento de ese propósito que al final acabo haciendose realidad.
¿Tienes tu propia Navidad? ¿La celebras? ¿Eres consciente del nacimiento de las ideas?
Foto: David González Ibáñez
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