A todos nos ha ocurrido alguna vez que cuando estamos cerca de alcanzar algún objetivo que nos hemos propuesto, es cuando empiezan a aparecer obstáculos, es como si cuanto más nos acercamos, más complicado se vuelve todo. Continuando con la metáfora del mar y la navegación y teniendo como ejemplo la imagen, nos damos cuenta que a veces cuando tenemos el faro enfrente nuestra, tras toda la travesía que hemos realizado, es como si nos pusieran delante la prueba más difícil. Es entonces cuando el mar se pone más bravo, como si hubiera algo que nos impide que lleguemos.
Pero toda situación es neutra y somos nosotros quienes le damos el significado que queramos, para unos puede ser la última prueba, donde de verdad demostramos nuestro coraje de que queremos alcanzar aquello que nos hemos propuesto, para otros puede ser una señal de que ese no es el camino y que es mejor no seguir. Es en estos momentos donde cada uno he de escuchar a su intuición y entonces decidir la acción a tomar. Lo que si que puedo asegurar, es que en la mayoría de ocasiones se trata de una prueba, ya que estamos a punto de alcanzar algo nuevo, de traspasar límites y nuestro inconsciente no nos deja seguir avanzando y tratará de encontrar todo tipo de argumentos para que no alcances esa meta.
Cuando vemos que la cosa se pone complicada cuando estamos a punto de llegar a nuestro objetivo, hemos de saber parar, evaluar, contemplar y entonces ser muy conscientes de lo que vamos a hacer. Hay dos opciones posibles, la primera es lanzarnos sin miedo a traspasar ese mar bravo del que estamos hablando, con todas las consecuencias posibles, ya que puede ser que terminemos por no alcanzar tierra firme y nos quedemos a un paso. Aunque también cabe la posibilidad de que pasemos la prueba y salgamos reforzados, ya que hemos salido ilesos ante cualquier viento y marea. Sin embargo, ofrezco una segunda opción que muchas veces es desestimada por que el tiempo se nos viene encima, o ese es el argumento que aparece en la mente, donde la cuestión es esperar a que baje la marea, tomar ese tiempo para ver todo lo que hemos transitado y saber que la recompensa requiere de un poco más de tiempo.

El problema es que lo queremos todo aquí y ahora, por lo que a veces no podemos pensar con claridad, ya que las prisas hacen que no dediquemos ese tiempo de reflexión que muchas veces nos hace ganar tiempo al final de la contienda. El mar puede estar muy bravo, pero sabemos que todo pasa, o eso deberíamos de saber, la cuestión es mantener la calma y esperar a que todo vuelva a su normalidad o por lo menos que la situación sea mucho más favorable. Cuando tenemos claro el objetivo, hemos de dejar un poco atrás el tiempo, lo más importante es llegar, eso si, intentando estar siempre en movimiento, pero reconociendo que hay momentos o situaciones en las que es mejor parar.
¿Cuantos problemas te han aparecido cuando estas a punto de conseguir algo? ¿Reconoces aquellos escenarios en lo que has de parar? ¿Que haces ante la bravura del mar?
Foto: Lloyd Austin
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