Cuando nos embarcamos en un nuevo proyecto, aventura o reto, siempre buscamos una referencia, alguien con quien comparar y valorar nuestros logros, es como un espejo en el que intentamos reflejarnos. Cada uno puede ver esta opción de manera positiva, ya que sirve como una pequeña guía para nuestro día a día, sin embargo, también puede ser negativo, ya que tenemos una meta prefijada, que puede jugar en nuestra contra.
Cuando otro es el reflejo
La mayoría de las veces buscamos la semejanza en otro, solemos utilizar el espejo de los demás para ver si aparece nuestro rostro. Sin embargo, por mucho que miremos e intentemos parecernos, nunca veremos nuestra cara reflejada, cada uno es diferente, así que podemos intentar imitar,pero no suplantar. No obstante, es bueno fijarse en alguien, que debido a su experiencia y sus logros, nos sirva de estimulo para alcanzar nuestros objetivos.
Nuestro propio espejo
Hay que tener claro que el único espejo donde nos veremos reflejados es el de cada uno. Nos podemos gustar más o menos, pero poco a poco iremos encontrando nuestro mejor rostro, hemos de ir perfilandolo en nuestro día a día. Nos puede servir de ayuda, en alguna ocasión, mirar el espejo de otro, aunque esto debe de ser circunstancial, lo importante es que nuestro espejo nos muestre aquello que queremos ver. Y eso sólo depende de cada uno.
Nos podemos ver reflejados en miles de lugares,a parte de como he dicho antes, en el espejo de los demás y en el nuestro propio. Siempre intentamos buscar un pequeño aliado y muchas veces no somos nosotros y aquí es donde esta el fallo, hemos de cambiar un poco el chip, ya que nuestro mejor socio esta más cerca de lo que pensamos y somos nosotros mismos.
Foto: Florian Meimberg