Ante cualquier disyuntiva, se nos abre un mundo de posibilidades, pero al final sólo hay dos consecuencias posibles, fallo o acierto. Ojala la tasa de éxito fuera superior a la de equivocación, aunque no suele ser así, por eso, sea cual sea la consecuencia de nuestras acciones hemos de saber valorarlas como tal.
Fallos para aprender
Es complicado que ante cualquier situación, elijamos la opción correcta, lo más normal es que nos equivoquemos las primeras veces y poco a poco vayamos puliendo estos errores para aprender que es lo equivocado. Estos fallos aunque sean negativos, hemos de aprovecharlos para sacar la parte positiva, ya que a través de ellos podremos saber que es lo que estamos haciendo mal.
El acierto de medir fallos
Existen dos posibles resultados ante cualquier acto, por eso lo más fácil es medir y conocer nuestros fallos de la mejor forma posible, así es como los evitaremos y será mucho más sencillo conseguir el acierto. El conocimiento de nuestras acciones de manera más detallada, hará que podamos conocer cuales son los efectos dependiendo de los movimientos que realicemos.
Existen 1000 maneras de fallar y 1000 formas de acertar, cuanto mayor conocimiento tengamos de ambas, más conscientes seremos de nuestros actos y nos anticiparemos a futuras consecuencias. De esta forma si ante una decisión, tomamos la opción correcta, perfecto. Aunque siempre habrá alguna vez en la que fallemos, este es el momento justo para poner en práctica el título de este post, saber medir el porque de nuestra equivocación.
¿Aciertas o fallas? ¿te preocupas por los errores? ¿sabes como acertar?
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