En el post anterior hablaba sobre una de las promesas más incumplidas, la de los 5 minutos. El problema no es tanto el no cumplir con el compromiso, sino el hecho de aceptar que hemos fallado, esto es algo que la gente evita. Nos da pavor dar nuestro brazo a torcer y aceptar que hemos faltado a nuestra palabra, para ello no dudamos en utilizar como defensa la excusa.
Esta es la solución que la gente suele emplear cuando nos comprometemos en algo que al final no concluimos. Cualquier pretexto es bueno para que nos autoconvezcamos de que nosotros no somos culpables. Lo mejor de todo es que nos estamos engañando a nosotros mismos, ya que cada uno en su fiero interno sabe si la culpa has sido suya o de terceras causas
Lo mejor de hacer una promesa es cumplirla y en el caso de que no lo hagamos, hay que ser consecuentes y analizar el porqué no la hemos alcanzado. Este ejercicio nos ayudará mucho en el futuro ya que seremos capaces de medir con mayor exactitud aquello que afirmamos. Es una forma de ser más conscientes de nuestras palabras y así obligarnos a materializarla en hechos.
Todos podemos errar, sin embargo, admitir el fallo es un gran paso, que a la postre hará que no volvamos a caer en él, es una forma de aprender. Si por el contrario decidimos ir por el camino de la excusa nos estamos equivocando doblemente, primero porque en vez de sanar el error, lo que hacemos es aumentarlo y en segundo lugar estamos devaluando nuestra palabra y es posible que en el futuro ya no crean al 100% aquello que decimos.
A continuación dejo un experimento que esta realizando Isra Garcia, cuyo título es “0 excusas”, me parece muy interesante, ya que nos hace ser conscientes de cuales son nuestros mecanismos de defensa ante ciertas situaciones, lo que nos hace conocernos un poco más a fondo. Él diferencia entre 6 tipos de quejas: la queja, la culpa, el victimismo, excusas, limitaciones y fustigaciones.
En los links que dejo podéis conocer de primera mano su experiencia y sacar vuestras propias conclusiones. Además de un seguimiento de sus primeros 20 días de experimento.
¿Te sueles excusar?¿Cumples tus promesas?¿Sabes lo que prometer?
Foto: Christian Fritschi