El dilema de la vida esta en saber si cada uno tiene su camino y hemos de dejarnos llevar por el sendero que nos marca el destino, o si por otro lado, somos nosotros los que decidimos que dirección andar y transitar la senda que tengamos delante. Como sucede en la mayoría de ocasiones, en el equilibrio es donde se encuentra la solución. Somos dueños de nuestra vida y por lo tanto tenemos el poder de escoger cual es el camino que queremos andar, pero no hemos de olvidar que la vida también tiene un plan para nosotros y que hemos de saber aceptarlo. Es en este punto donde hemos de saber fusionar ambas partes para así encontrarnos en el punto correcto.
Hemos visto que por un lado tenemos el destino, por otro tenemos nuestras creencias y en este cruce de caminos, nos encontramos nosotros mismos con la obligación de saber encontrar el centro. Se trata de ir al encuentro de lo que somos realmente, de ser conscientes de como funciona la vida, que es aquello que escapa a nuestro control y hemos de aceptar; y por otro lado, que es aquello que podemos hacer para alcanzar los objetivos que nos proponemos.
Es por ello que hay una tercera vía, la de ir a nuestro propio encuentro, en la que se trata de saber situarnos en la intersección donde se cruzan los caminos comentados anteriormente y a partir de ahí tomar las riendas de tu vida. El propio encuentro es el de encontrarte en el centro de todo lo que sucede en tu entorno, tanto fuera como dentro. Hay épocas en las que nos centramos más en el exterior, otras más en el interior, pero al final la hay que tener en cuenta la incidencia de ambas, ya que son las conforman nuestro día a día. Aunque si cabe destacar una de ellas, es mejor centrarse en uno mismo, ya que a partir de ser más auto-conscientes, será mucho más sencillo comprender y aceptar lo que sucede afuera. El propio encuentro se encuentra dentro de uno mismo, no hay que darle más vueltas.
¿Vas a tu encuentro? ¿Ya lo has encontrado?
Foto: dariusz.korn
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