La perdición de la comparación

En las relaciones humanas hemos de dar sin esperar nada a cambio, esta sería la actitud que deberíamos adoptar si queremos vivir de forma tranquila y felices. Aunque la verdad es que esto es algo que cuesta mucho, siempre hay un momento en el que la comparación hace acto de presencia y es aquí cuando llega nuestra perdición.

Cuando hacemos algo por alguien, lo hemos de hacer sin más, no hemos de esperar nada a cambio, pero es posible que llegué un día, en el que tras estar siempre dando recibes una respuesta que no contabas con ella, es entonces cuando los recuerdos vuelven a tu mente y la comparación asoma para que seas consciente de que has estado dando durante mucho tiempo y que ahora no eres correspondido. Si haces caso a esta vocecita estas perdido, ya que pierdes el control de la situación, dejas de tener la mente en calma y todos tus pensamientos se vuelven en busca de otras situaciones que contabilizar para luego echar en cara a la otra persona.

El problema es que no todos medimos de la misma forma, no todos tomamos como referencia los mismos aspectos y lo que para unos es muy importante, para otros puede ser algo insignificante y viceversa. La subjetividad tiene un papel fundamental e intentar llegar a un consenso es muy complicado.

Por ello cuando comparamos en nuestras relaciones, es un mal comienzo, ya que nuestras acciones están contaminadas por aquello que pensamos, ya no nos dejamos llevar y fluimos con naturalidad, estamos más pendientes en lo que damos, teniendo muy en cuenta si recibiremos lo mismo, de la misma forma, muchas veces nos podemos sentir con la obligación de dar, tras haber recibido mucho. En ambos casos parece que actuamos de forma condicionada.

En las dos situaciones el problema es el mismo, la comparación, esta ha de estar presentes en nuestra vida, esto es casi inevitable, pero la cuestión pasa por darle la importancia que de verdad merece. Podemos comparar, pero luego hemos de verlo desde un punto de vista neutral y no que nos sirva de argumentos para excusarnos por nuestras acciones o comportamientos. Cuanto menos importancia le demos al hecho de comparar más calma tendremos en nuestra vida, es cuestión de experimentar y de ser conscientes de lo que pensamos en cada momento. Hemos de aceptar lo que la gente da o recibe y no darle un valor, ya que esto es nuestra propia opinión y no siempre casara con la del otro.

¿Cuantas veces has perdido por compararte?¿Te comportas de forma condicionada?

 

Foto: Max Ellis


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