Nos equivocamos cuando pensamos que tenemos que enseñar a los niños, ya que muchas veces son ellos de los que debemos aprender. Cuando eres padre pasas mucho tiempo con estas personitas y al principio te obligas a tener que mostrarles como es el mundo, educarles, intentar que aprendan todo lo posible. Estamos tan absortos en esta tarea que olvidamos que ellos pueden convertirse en nuestros profesores.
Niño profesor
Ver el comportamiento de tu hijo es más que una experiencia, ya que son gente inocente, que se mueve por impulsos, pasiones y no tienen que dar explicaciones de nada. Es una forma de actuar muy transparente y de la que podemos sacar muchas conclusiones, sobretodo, si pensamos en lo que haríamos nosotros en esa misma situación. Mi hijo me ha enseñado a ver las cosas desde otro punto de vista, o por lo menos, a volver a verlo desde una perspectiva que va desapareciendo con el paso del tiempo. A medida que cumplimos años vamos perdiendo esa inocencia, nos preocupamos más por el que dirán y todo ello hace que nos alejemos de como somos realmente. Desde que soy padre estoy mucho más atento a la manera de comportarse de los demás, incluso de mi mismo, ya que los niños son esponjas y enseguida copian lo que ven a su alrededor. Ellos son un gran espejo donde observar si lo que estás haciendo es correcto o no y a mi, por ahora, me están haciendo darme cuenta de comportamientos que antes pasaba por alto.
Al niño no hay que verlo solamente como un alumno que viene a la vida a aprender, sino que hemos de observarlo como un profesor, ya que nos puede enseñar más de lo que pensamos. En la vida no hemos de perder nunca nuestro ímpetu de aprender y no importa quien sea nuestro maestro. Además, si eres padre has de estar más atento a ello, ya que pasas mucho tiempo con tus hijos y es una buena oportunidad para ver el verdadero poder que tienen estos pequeños y sacar el máximo número de aprendizajes posible.
Foto: John
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