La mayoría de personas nos centramos cuando surge un problema, en reconocer quienes son los culpables de la situación, nos da igual todo lo demás, parece ser que, saber quien es el culpable es lo que necesitamos. Cuando lo más acertado sería encontrar la solución al problema, sin importar el culpable.
Pero la cuestión que importa es que cada uno de nosotros es el que hace que la culpa aparezca a nuestro paso. Cada uno de nosotros es el único responsable de hacer culpable a alguien, aunque este sea de verdad, pero el simple hecho de darle esa importancia y de tener ese reconocimiento, hace que la culpa se vuelva visible.
Esta bien conocer quien es el responsable de una acción, pero si lo pensamos bien, ¿de que nos sirve saber esa información? Por lo menos, si nos interesamos por ello que sea por una buena causa, como puede ser para dar las gracias, sino, no vale la pena perder tiempo ni energía en ello. Hemos de valorar los hechos, lo que sucede a nuestro alrededor, esto es lo que realmente tiene que interesarnos, y no tanto quien es el causante de esa acción.
La culpa aparece porque la buscamos y este es un problema que reside en nuestro interior, lo que hemos de procurar la próxima vez que aparezca la palabra culpable por nuestra mente, es sustituirla por solución. Hemos de emplear el tiempo de forma eficiente y cuando sucede algo negativo en nuestro entorno, lo primordial es encontrar la solución cuanto antes y revertir esa situación.
Este es un trabajo propio, un trabajo de instropección donde hemos de preguntarnos y saber reconocer el porqué nos centramos en buscar culpables y no en encontrar las posibles soluciones. Ya que en el caso de saber quien es el culpable poco podemos hacer, esa persona seguirá actuando como el considere, no podemos controlar sus actos, incluso a veces puede que no sea consciente de ello.
Así que el único responsable de que la culpa haga acto de presencia es uno mismo. No hay más
¿Buscas culpables o soluciones? ¿Qué harás la próxima vez?
Foto: Manuel Teruel
Deja una respuesta