El título puede parecer un poco filosófico, aunque hay que matizarlo para que la gente no quede engañada. Cuando pensamos en abandono, normalmente tenemos en mente la triste imagen de un perro desamparado en la carretera, en verdad no lo estamos matando, pero si que es verdad que lo dejas a su suerte, por lo que ya no te importa tanto su vida. A continuación una pequeña reflexión sobre el hecho de abandonar.
Primer paso, el abandono
Cuando quieres dejar algo o alguien, lo haces porque deseas que desaparezca de tu vida, lo que significa que muera para ti, a lo mejor suena un poco duro, pero es así. Si quieres cortar por lo sano una relación, dejar un hábito, o incluso abandonar una prueba física, el fin último que persigues es la muerte de esa relación que te ata, es como finalizar un camino o por decirlo de alguna manera más genérica, terminar una vivencia. Escribiendo estas líneas me doy cuenta que abandonar no es sinónimo de muerte, pero en cierta manera, cuando decides hacerlo, estas finalizando con algo o lo que es lo mismo llevándolo a la muerte, dejar que muera, siempre en lo que respecta por tu parte.
Esta reflexión viene por dos razones, la primera por la relación con el post anterior, en el tema de la muerte y en segundo lugar por la foto de arriba, que me hizo recapacitar sobre como el abandono, en este caso de una atracción de feria, da como resultado la muerte de los autos de choque, ya que ponerlos en funcionamiento sería como resucitarlos.
Todo lo que quieras, cuidalo, sin embargo recuerda que es positivo abandonar todo aquello que nos distrae o no nos permite conseguir nuestros objetivos, así que deja morir las situaciones que no te aporten nada, te quitaras quebraderos de cabeza y disfrutarás de más tiempo libre para ocupar en acciones más productivas.
¿Estas dispuesto a abandonar? ¿Qué es lo último que has abandonado? ¿Qué abandonarías?
Foto: Bert Kaufmann