La metáfora del barco y el faro como forma de representar nuestra vida, fueron las protagonistas de los posts de la semana de hace un año. En la primera destaco la idea del faro como guía, pero también como el límite ante un cambio. Mientras que en la segunda profundizo en la situación de que cuanto más cerca estamos de un objetivo, más complicada se vuelve la situación. Pincha en cada uno de los títulos para leer la reflexión al completo que hice.
El faro no solo te guía, te avisa de que hay cambios a la vista
La metáfora del faro es muy utilizada por su simbolismo de guía y referencia. Más allá de esto, el faro representa una frontera entre dos zonas distintas: el mar y la tierra. Como barcos, navegamos guiados por un faro, pero al acercarnos, también se acerca el cambio. Al alcanzar nuestra meta, ya no estamos en el mismo terreno, sino en un nuevo escenario con oportunidades distintas. Es importante evaluar nuestro progreso antes de embarcar en una nueva aventura.
En el post subrayo la importancia de equilibrar nuestras etapas de navegación y estancia en tierra firme. Algunos nunca se atreven a navegar y otros nunca tocan tierra, ambos extremos son inadecuados. Lo ideal es encontrar un equilibrio, evitando el conformismo y la comodidad excesiva. El faro debe servirnos de referencia para diferenciar entre navegar y estar en tierra firme, y decidir en qué etapa de la vida queremos estar. Así, podemos experimentar y aprovechar los aprendizajes de ambos escenarios, siendo conscientes de nuestra posición y lo que nos ofrece cada momento.
Cuando tierra vas a alcanzar, bravo se pone el mar
Cuando estamos cerca de alcanzar un objetivo, los obstáculos parecen aumentar, como si el camino se volviera más difícil justo antes de llegar. Usando la metáfora del mar y la navegación, cuando tenemos el faro a la vista, puede parecer que las pruebas más complicadas aparezcan justo al final, como si el mar se pusiera más bravo para impedirnos llegar.
Cada situación es neutra, y somos nosotros quienes le damos significado. Para algunos, estos obstáculos finales son pruebas que demuestran nuestro coraje y determinación; para otros, son señales de que es mejor no seguir. En estos momentos, debemos escuchar nuestra intuición y decidir qué acción tomar. A menudo, estos desafíos son pruebas de nuestro inconsciente, que busca impedirnos alcanzar nuestra meta mediante todo tipo de argumentos.
Cuando las cosas se complican al acercarnos a nuestro objetivo, es crucial parar, evaluar y ser conscientes de nuestra próxima acción. Hay dos opciones: lanzarnos sin miedo a través del mar bravo, aceptando todas las consecuencias, o esperar a que baje la marea, tomándonos el tiempo necesario para reflexionar y ver todo lo que hemos logrado. La paciencia y la calma pueden ser nuestras mejores aliadas, ya que apresurarnos puede hacernos perder claridad.
El problema es que queremos todo de inmediato, sin tomarnos el tiempo para reflexionar. Es vital mantener la calma, esperar a que la situación sea más favorable y recordar que lo importante es llegar al objetivo, aunque implique esperar y moverse con precaución.
Dos posts muy interesantes, donde la perspectiva de la vida en forma de barco nos hace tener una idea diferente sobre todo lo que vivimos. Siempre hay un faro que nos guía mientras navegamos, pero también hemos de saber reconocer que a veces hemos de llegar a tierra firme y transitar ese camino. Cada medio nos ofrece un escenario lleno de diferentes oportunidades que hemos de saber aprovechar, así que no importa si navegas o caminas, la cuestión es que seas consciente de lo que haces a cada momento.