Para alcanzar la calma es necesario parar. El movimiento nos mantiene ocupados y el hecho de estar en acción nos aleja de la tranquilidad. Medimos la vida en relación al uso del tiempo que hacemos de ella, pero hemos de saber que podemos emplear el tiempo de forma eficiente y que cada momento tiene su propia función, la cuestión es sacarle el valor que merece. Queremos ser productivos al máximo, sin embargo, olvidamos que existe una ley que hace que todo se equilibre y esta es la ley del ritmo, donde siempre que hay un subidón, luego hay un bajón y viceversa, cada uno conocerá sus propios ejemplos, tan sólo tenemos que observar a nuestro alrededor para darnos cuenta de ello.
Si queremos disfrutar de la calma, el paso previo es la no acción, el saber parar y dejar que las cosas fluyan, que sucedan como tengan que suceder y que nosotros seamos simples observadores. La calma llega cuando aceptamos todo lo que nos rodea, la tranquilidad se hace visible en estos momentos donde dejamos de preocuparnos de los estímulos externos y nos centramos en nosotros mismos. La cuestión es mantenernos parados, no querer, ni siquiera pensarlo, entrar en acción para lo que sea, esta es la única empresa que hemos de realizar y tener presente, estar quietos, esa es la actitud que nos acercará a la tranquilidad.

Hay que reconocer este espacio de quietud, ese stop que visualizamos, ya que el siguiente paso es la calma, de esta forma estaremos preparados y podremos disfrutar más del momento. Estas situaciones de tranquilidad son de un valor incalculable, ya que aunque pensemos que no estamos haciendo nada de provecho, este parón es de suma importancia para nuestro cuerpo y mente, la procesión va por dentro y tan sólo dejar que fluya lo que tenga que ser ya es meritorio.
¿Sabes predecir la calma? ¿Consideras provechoso el estar parado?
Foto: Maurizio Lambri
Deja una respuesta