Uno de los deportes favoritos de la sociedad en la que vivimos es el de compararnos con nuestros semejantes. Aunque también nos preocupamos y empleamos mucho tiempo, en juzgar, criticar y valorar los actos de los demás; lo curioso es que podemos saber cual va a ser el signo de sus comentarios, observando si deciden hablar o no. A partir de aquí me asaltan dos preguntas que espero hagan reflexionar a cada uno de nosotros y seamos mucho más justos a la hora de valorar las acciones de otros.
¿Por qué intentamos menospreciar los actos de los demás?
Esta es la primera cuestión que me viene a la mente. La mayoría de las veces, fijate la próxima vez, cuando alguien comenta lo realizado por otro suele ser con un tono negativo, siempre menospreciando o no compartiendo la misma posición. Es muy respetable que cada uno tenga su propia opinión sobre lo sucedido, lo que pasa es que es complicado ponerse en la piel del otro, ya que este actúa de una forma u otra dependiendo de muchos factores, de los cuales nosotros no somos conscientes, de ahí que no lleguemos a comprender del todo su manera de actuar. Ya lo he comentado en otras entradas, mientras una acción no perjudique a otro, creo que puede ser realizada, a partir de aquí cada uno tendrá su versión de los hechos.
¿Por qué nos cuesta valorar lo que hacen los demás de forma positiva?
A partir de la pregunta anterior me surge esta. Y es que cuando estamos de acuerdo con lo sucedido nos cuesta soltar palabra alguna alabando al prójimo. Nos cuesta poco despotricar, pero mucho elogiar. Es como si la envidia nos abrumará y no queremos aumentar el éxito de la acción gracias a nuestro discurso. Piensa en ti mismo y te darás cuenta de que has pasado por ahí, ante una situación que valoras positivamente de otro, te quedas pensándola dentro de ti mismo, pero el silencio de invade.
Es complicado conocer las razones exactas del porqué suceden de esta forma las cosas, pero así somos los humanos. Hemos de cambiar un poco y si decidimos hablar sobre los demás y sus actos, hacerlo siempre, ya sea para halagarlo o despreciarlo, y vicerversa sino queremos dar nuestra opinión, no hacerlo ni para bien ni para mal. Aunque lo que propongo es que cuando queramos criticar negativamente los actos de alguien, nos paremos a pensar antes si estamos en lo cierto y si no es así tragarnos nuestras palabras salvo que estas puedan ayudarle. Y al contrario, cuando veamos algo positivo, por pequeño que sea, enseguida decirlo. Si tu fueras el otro, ¿como te gustaría qua actuarán? ¿Te acuerdas de la empatía? Esta es la solución a estas preguntas, no te preguntes el porqué, deja que la empatía haga acto de presencia.
Foto: Andrew Lance
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