Con el inicio del año parece que hacemos un pequeño reset y nos damos la oportunidad de empezar de nuevo. Hacemos una lista de deseos, propósitos, nuevo hábitos… pero el problema es cuando se convierten en expectativas. Esta bien listar todo lo que queremos para el 2023, pero luego hemos de observar como lo materializamos, la cuestión es que esperamos que todo se haga realidad y muchas veces se convierte en una trampa, ya que nos quedamos esperando y si no se cumple luego nos sentimos engañados con nosotros mismos. Es entonces cuando la expectativa se convierte en un freno que no nos deja avanzar.
Las expectativas surgen de forma inconsciente y es que sin querer, cuando tenemos en mente un proyecto a futuro, nuestra mente empieza a divagar sobre lo que puede ocurrir, nos hacemos el cuento de la lechera y puede ser que si no se cumple todo aquello que visualizamos nos sintamos defraudados. Las cosas no tienen porqué salir tal cual las hemos pensado, ya que existen miles de factores que no podemos controlar, por ello es positivo dejarse llevar y tener el objetivo en mente, pero no estar evaluando a cada momento lo que pensábamos que sería y lo que esta siendo.
Seguir adelante y centrarse en la acción es fundamental para que las expectativas terminen por cumplirse, pero no hemos de tenerlas en la mente de forma recurrente. Esta claro que no podemos dejar de pensar y hacernos una idea de lo que nos puede deparar el futuro, pero pensar en lo que vendrá y dejar de lado el presente es lo que nos hace no avanzar, ya que tenemos nuestra mente donde no toca. El inicio del año ha de servirnos para seguir progresando y aunque nos generemos expectativas, no dediquemos más tiempo del debido, es ahí donde reside la diferencia entra avanzar o estancarse.
Foto: Rctk caRIOca
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