No sé que sucedió en la semana de hace un año para que dejará de escribir mis dos posts semanales, he intentado hacer memoria, pero no logro recordar cual fue el hecho la razón. Aunque tampoco importa, de la misma forma que ahora estamos en un momento de parón de toda la sociedad, parece ser que hice lo mismo el año pasado. Cuando intentas encontrar la respuesta sobre algo que al final no importa demasiado, es mejor dejarlo pasar y centrarse en algo más importante.
Pero buscando las entradas, y ver que no estaban, me fije en el post que si que hice recordando las de 2018, y me llamo la atención que tenían mucho que ver con las reflexiones que he hecho durante esta semana, donde la palabra cambio ha sido la protagonista, pero es que, además, me vuelve a venir a la mente una palabra que no suele utilizarse con asiduidad, crisálida.
Lo que está claro es que nos encontramos en primavera, una época donde se observa el cambio más grande del año. El hecho más destacado es la floración, por lo que nuestro entorno deja de estar en un estado pasivo a estar en en continuo movimiento y esto es claramente visible a nuestros ojos. La primavera parece ser el renacimiento de todo, tras el invierno, donde todo parece congelado, estamos un poco más parados, esta estación nos hace volver a la vida, nos damos cuenta de su belleza y de como todo tiene un ciclo.
Dejo el post, antes de que se me pase:
Los cambios paso a paso, primero la crisaledad
Son dos entradas muy interesantes que te harán recapacitar sobre el hecho de que la vida está en continuo movimiento y que sólo apreciamos el cambio con el paso del tiempo, pero hemos de ser conscientes de que los cambios no se producen de un día a otro sin más, sino que cada paso es importante, cada elemento es esencial para que se produzca esa transformación que tanto nos llama la atención.
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