En las entradas de la semana de hace un año, exploré el impacto de los algoritmos en nuestras vidas, tanto en el ámbito digital como en la realidad cotidiana. En el primer post analizo cómo las plataformas en línea utilizan algoritmos para ofrecernos contenido personalizado, mientras que en el segundo reflexiono sobre la idea de crear un «algoritmo» personal en la vida real, enfocándonos en lo que realmente deseamos. Ambos textos comparten la idea de cómo nuestras elecciones y atenciones moldean nuestras experiencias.
El algoritmo que creas mientras vives tu vida
Hace un año escribí sobre la creciente relevancia del término «algoritmo» en nuestras vidas, y cómo, a pesar de ser un concepto omnipresente, no todos comprenden su verdadero significado. Definido por la R.A.E. como un conjunto de operaciones finitas para resolver problemas, el término proviene del matemático persa al-Jwārizmī, considerado el padre del álgebra.
El texto exploraba cómo los algoritmos influyen en nuestra navegación en Internet, particularmente en plataformas como YouTube, donde nuestras preferencias son analizadas para ofrecer contenido personalizado. Sin embargo, señalé un aspecto crucial: aunque el algoritmo busca captar nuestra atención ofreciéndonos contenido de interés, también persigue sus propios fines, lo que puede llevar a cierta manipulación. Así, es vital que seamos conscientes de los pros y contras de este sistema para poder decidir cómo interactuar con él.
El algoritmo de la vida real
Hace un año, reflexioné sobre cómo los algoritmos, creados artificialmente a partir de nuestro comportamiento en Internet, nos ofrecen contenido basado en nuestros intereses. Aunque útiles, estos algoritmos reflejan lo que queremos ver, similar a cómo en la vida real, nuestra mente enfoca nuestra atención en lo que nos interesa, como cuando notamos más a las mujeres embarazadas o coches nuevos tras tener un hijo o comprar un vehículo.
El texto profundiza en la idea de que, al igual que los algoritmos digitales, podemos crear un «algoritmo» personal en la vida real. Al centrarnos en lo que realmente queremos, podemos influir en nuestras percepciones y experiencias. Si nos dispersamos en muchos intereses, tanto en línea como en la vida, el algoritmo se vuelve confuso y menos útil. Por tanto, debemos ser conscientes de lo que deseamos, enfocándonos en ello para que nuestro «algoritmo» personal trabaje a nuestro favor. El poder de crear nuestro propio destino está en nuestras manos, siempre y cuando sepamos dónde dirigir nuestra atención.
En conclusión, tanto en el mundo digital como en nuestra vida diaria, los algoritmos (ya sean creados por plataformas en línea o por nuestra mente) moldean nuestras experiencias según nuestras elecciones e intereses. Al ser conscientes de esto, podemos tomar el control, dirigiendo nuestra atención hacia lo que realmente queremos y rechazando lo que no deseamos. De esta manera, podemos influir en nuestro entorno y vivir de acuerdo con nuestras verdaderas prioridades, maximizando las oportunidades que se nos presentan.