Hace un año en la entradas de esa semana, reflexioné sobre cómo nuestras acciones y pensamientos están influenciados por programaciones previas que seguimos de manera automática. Ya sea a través de hábitos que hemos construido a lo largo del tiempo o comportamientos adquiridos por imitación, por lo que es fundamental ser conscientes de qué programa estamos ejecutando en cada momento. Al darnos cuenta de estos patrones, tenemos la capacidad de reprogramarnos, estableciendo un nuevo curso de acción más alineado con nuestros objetivos. Reconocer la existencia de programaciones inconscientes nos permite tomar el control de nuestras vidas y actuar de manera más consciente y libre.
El programa de tu vida
En la primera entrada reflexioné sobre el concepto de programación, no desde la perspectiva tecnológica, sino personal. Me di cuenta de que muchas de nuestras acciones diarias las realizamos en «piloto automático», sin ser conscientes de que estamos siguiendo un programa predeterminado. El problema surge cuando este programa nos limita, evitando que progresemos. La clave está en volverse consciente de estas programaciones, identificando aquellas rutinas y comportamientos automáticos para luego mejorar lo que sea necesario. Podemos escribir nuestro propio programa, planificando de antemano las acciones que queremos ejecutar, y luego enfocarnos únicamente en llevarlo a cabo. Así, en lugar de dejarnos llevar por hábitos inconscientes, nos volvemos los autores de nuestro propio destino. Esta reflexión me llevó a cuestionarme cuántas veces me he programado sin saberlo y cuántas otras he escrito deliberadamente mi propio guion de vida. Pincha en el título para leer el post original.
El programa ya esta escrito pero no eres consciente
En la segunda entrada analicé cómo muchas de nuestras acciones diarias están predeterminadas por una programación interna que desconocemos. Identifiqué dos tipos de programación: una «pasada», que heredamos a lo largo de nuestra evolución, y una «inconsciente», que adquirimos a medida que crecemos y nos adaptamos a nuestro entorno. A menudo, estas programaciones nos llevan a actuar sin cuestionar el origen de nuestras decisiones, simplemente porque seguimos patrones aprendidos de manera repetitiva. Además, reflexioné sobre la importancia de la «re-programación», un proceso mediante el cual podemos modificar estos programas ya instalados para ajustar nuestra conducta a lo que realmente queremos lograr en la vida. Este cambio consciente es la única forma de tomar el control de nuestras acciones y dejar de operar en automático. Al final, ser capaces de reprogramarnos nos da la oportunidad de redirigir nuestro comportamiento hacia una mayor coherencia con nuestros objetivos.
Nuestras vidas están mucho más programadas de lo que imaginamos, y gran parte de estas programaciones son automáticas y no conscientes. Sin embargo, tenemos el poder de reprogramarnos si logramos identificar los patrones que nos guían y entender su origen. Al hacerlo, podemos redirigir nuestras acciones y pensamientos hacia un propósito más claro y alineado con nuestros valores. La clave está en tomar control de nuestras programaciones, renovándolas cuando sea necesario, para avanzar de manera más consciente y deliberada.