Explica el método Feynman para una mejor implicación

La palabra explicación fue la protagonista para las entradas de la semana de hace un año. En la primera la ubico dentro de un método reconocido para aprender. Mientras que en la segunda la comparo con otro concepto con el que comparte raíz. Pincha en cada uno de los títulos si quieres volver a leer la reflexión al completo.

El método Feynman, la explicación como aprendizaje

Para esta primera entrada doy a conocer un método que me sorprende por su sencillez, ya que muchas veces lo llevamos a cabo sin ser consciente de ello, pero que si lo usamos con plena atención seríamos capaces de aprender mucho más. Es tan simple que deberíamos de usarlo mucho más, ya que tan sólo se necesita compartir el conocimiento que tenemos y explicarlo a nuestro manera por el canal que consideremos. El simple hecho de traducir a nuestras palabras aquello que acabamos de aprender, hará que interioricemos mucho mejor esta información, además de que hacemos un uso del tiempo de provecho, ya que por un lado aprendemos nosotros y a la vez estamos compartiendo con los demás, así que brindamos la oportunidad de que otros también pueda aprender.

Explicar para implicar o viceversa

En esta segunda entrada de la semana hablo sobre dos conceptos que comparten la misma raíz y que en un primer momento podríamos considerar como antónimos, pero si profundizamos en ellos nos damos cuenta que trabajan mucho mejor en equipo. La pregunta que me surge es ¿implicar para explicar? o ¿explicar para implicar?, ya que en una de ellas prevalece el mensaje, lo que quieres decir, mientras que en la otra pones la importancia en el receptor del mensaje, la cuestión es saber cual es el primer paso que has de dar. Habrá situaciones en las que sea mejor implicar a alguien para poder explicarle mejor lo que quieres, mientras que en otro momento necesitaras primero explicar para que esa persona se termine por implicar. Conocer el significado y etimología de las palabras te hace reflexionar sobre el uso que hacemos de ellas y estos dos conceptos son un claro ejemplo.

Todos en algún momento necesitamos explicar, pero depende del propósito de la explicación, ya que en el primer caso lo hacemos para aprender nosotros mismos, a pesar de que también estamos compartiendo, mientras que en el segundo caso lo hacemos para implicar a alguien en algo. Lo que esta claro es que en la vida se necesitan explicaciones en algún momento y nada mejor que tenerlo en mente, para hacerlo de la mejor forma posible y con un fin muy concreto.


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